Nadie esperaba a principios de año al Fluminense en la final de la Copa Libertadores que se jugará en el Maracaná este sábado 4 de noviembre. Boca Juniors será el rival de turno.

Fluminense se presenta a la segunda final de Copa Libertadores de su historia como uno de los equipos que mejor ejecuta el ‘jogo bonito’ en Brasil, abanderado por los Marcelo, Ganso y Arias, aunque tiene un punto débil: la defensa.

Nadie esperaba a principios de año al conjunto dirigido por Fernando Diniz, técnico también de la selección brasileña, en la final del Maracaná del 4 de noviembre, en la que se medirá a todo un Boca Juniors con seis títulos en sus vitrinas.

Pero su capacidad de reacción en los momentos críticos y su increíble potencial ofensivo, con el argentino Germán Cano a la cabeza, máximo goleador del torneo con 12 tantos, lo han convertido en justo finalista de la competición más prestigiosa de clubes de América.

Con sus más de cien años de historia, el ‘Flu’ solo tiene el recuerdo de la dramática final de 2008, cuando Liga de Quito le arrebató la corona en la tanda de penaltis, curiosamente en el mismo escenario de este año: el Maracaná.

Entonces las finales eran a dos partidos. Hoy se deciden en 90 minutos y el Tricolor Carioca no quiere otro ‘Maracanazo’.

Quince años después, vuelve a una gran decisión a los mandos de uno de los técnicos más prometedores del fútbol brasileño. Para Neymar, «uno de los mejores entrenadores del mundo»: Fernando Diniz, de 49 años.

Diniz es un ‘guardiolista’ de manual al que le gusta sacar siempre la pelota jugada y controlar los partidos en campo contrario. Esa filosofía le sirvió para endosarle un sonrojante 5-1 a River Plate en la fase de grupos.

En los cruces directos, eliminó a Argentinos Juniors (octavos), Olimpia (cuartos) e Internacional (semifinales).

Domina a los rivales – 60 % de posesión media en esta Libertadores – y en el 83,3 % de los partidos ha visto portería frente al 50 % de Boca, según la base de datos de BeSoccer.

Un ataque poderoso
El ataque le funciona a las mil maravillas. Cano es el hombre más adelantado a sus 35 años y por detrás: dos estiletes, como Keno y el colombiano Jhon Arias; y un cerebro, Paulo Henrique Ganso.

El mediapunta, que emergió en el Santos al mismo tiempo que Neymar, con el que formó una pareja explosiva, ha recuperado el nivel en Río de Janeiro, después de un discreto paso por Europa, en el Sevilla español y el Amiens francés.

Y en el banquillo tiene más dinamita con el colombiano Yony González y el brasileño John Kennedy, jugador de la base y héroe de la trepidante semifinal contra el Inter.

Ese caudal ofensivo es sostenido en la medular por savia nueva: André y Alexsander. El primero tiene 22 años y es un volante clásico, recuperador, que aparece desde la segunda línea por sorpresa.

Sus buenas actuaciones le han llevado recientemente a la selección brasileña absoluta. Es además el jugador más valioso de la final: 15 millones de euros, 5 menos que Valentín Barco, lateral del Boca, según el portal Transfermarkt.

Y una defensa endeble

Los problemas empiezan en la defensa.

Marcelo, de 35 años y que volvió este año a su Fluminense tras una época gloriosa en el Real Madrid, sigue atesorando una calidad y una clarividencia en el juego extraordinarias, pero también deja enormes espacios a su espalda.

El trotamundos Felipe Melo, de 40 años, es uno de los centrales fijos del equipo, aunque la semana pasada acabó con molestias musculares.

Le suele acompañar en la zaga, Nino, quien últimamente ha entrado en las convocatorias de la absoluta. El lateral derecho es Samuel Xavier (33 años), aunque Guga ha cumplido cuando ha tenido la oportunidad.

Los números no mienten. Fluminense ha recibido una media de casi un gol por partido en esta Libertadores para un total de 11 frente a los 5 encajados por Boca.

En el Campeonato Brasileño, lo mismo. Le han marcado unos 40 goles en 30 jornadas, una de las peores marcas entre los 14 primeros clasificados. Es el talón de Aquiles de un club con hambre de llegar a lo más alto.

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