Boca disputará la final del sábado ante Fluminense en Rio de Janeiro, donde aspira a conquistar la anhelada séptima Copa Libertadores para igualar con Independiente de Avellaneda como el más ganador del principal torneo de clubes de la Conmebol.
Una constante montaña rusa de resultados define el ciclo de Jorge Almirón en Boca Juniors. El desenlace de la final de la Copa Libertadores-2023 ante Fluminense, en la que el Xeneize buscará este sábado su ansiado séptimo título, decidirá la continuidad del técnico en La Bombonera.
Es el todo o el nada para Almirón. Como ha sido desde que asumió a mediados de abril, cuando perdió 1-0 con San Lorenzo su primer partido en el banquillo boquense por la liga argentina.
A partir de esa caída un vaivén de resultados ha acompañado su gestión (42 partidos dirigidos en total: 17 ganados, 13 empatados, 12 derrotas), poniendo en entredicho su relación con la afición, que desde la tribuna le exige un mejor funcionamiento del equipo y le recuerda con insistencia la obsesión por ganar la Libertadores.
«Estoy muy contento con el trabajo que venimos haciendo. Tengo un objetivo clarísimo dentro de poco tiempo y solamente pensamos en eso«, dijo Almirón días después de eliminar al Palmeiras en las semifinales de la Copa y en medio de nuevos resultados decepcionantes en la Copa de la Liga argentina.
El título de la Libertadores es el objetivo de Boca en la temporada. Un revés el sábado en la final significaría poner en riesgo una eventual participación en la Copa del próximo año.
Boca es séptimo con 55 puntos en la tabla anual del torneo argentino, que otorga los boletos a las dos competencias de clubes de la Conmebol. Su actual posición, a 3 unidades de la cuarta plaza -última casilla para la Libertadores- y cuando su presente es discreto en la Copa de la Liga, lo tiene en puestos de la Sudamericana-2024.
Sin espalda ancha
Boca era un hierro caliente cuando Almirón agarró el comando xeneize. Hugo Ibarra, otrora ídolo del club en la década del 2000, fue destituido a finales de marzo por los malos resultados del equipo y pese a sacarlo campeón de la liga argentina en octubre pasado.
El currículum de Almirón sólo apareció en las oficinas de Boca cuando Gerardo «Tata» Martino, el entrenador de Messi en el Inter Miami, y José Pekerman, exseleccionador de Argentina, Colombia y Venezuela, los dos principales candidatos, le dijeron «no» a La Bombonera.
El hincha xeneize guardaba como imagen de Almirón no sólo la final perdida de la Libertadores-2017 cuando dirigía a Lanús -Gremio de Brasil, campeón- o los tres títulos de torneos domésticos que consiguió con ese club en 2016.
Lo que más le preocupaba era que tras su partida del Granate, Almirón encadenó desde 2018 destituciones o renuncias en el colombiano Atlético Nacional, San Lorenzo de Argentina, Al-Shabab de Arabia Saudita, Lanús y en dos ocasiones en el Elche de España.
En resumen, sus acciones cotizaban a la baja para llegar a La Bombonera, pero aún así su nombre fue impulsado por el vicepresidente del club, Juan Román Riquelme, máximo ídolo del Xeneize, cuando comenzaban a escasear las alternativas.
La Séptima: ¿la bendición?
La derrota más dolorosa en la historia de Boca Juniors sucedió en 2018 y en su competencia favorita, la Copa Libertadores. Pero nada más humillante para el Xeneize que River Plate, su archienemigo de toda la vida, haya sido el causante de tamaño desconsuelo en la final disputada en el Santiago Bernabéu.
Desde ese entonces Boca Juniors perseguía infructuosamente una nueva final, hasta cuando apareció la actual edición, en la que Almirón debutó con victoria (2-1) frente al colombiano Deportivo Pereira, en la segunda fecha del Grupo F.
Boca terminó primero de la llave con balance de 4-1-1 y apenas dos goles recibidos. Luego, en las fases de eliminación directa, despidió a Nacional de Uruguay, Racing Club y Palmeiras.
Seis empates consecutivos, tres goles recibidos en la sumatoria de esos partidos y siempre consiguiendo avanzar al imponerse en las definiciones por penales.
¿Cómo jugó? Con ese espíritu guerrero de Boca que se hace palpable cuando llegan las instancias definitivas. Una mezcla de sufrimiento, orden y más orden, y nuevamente más sufrimiento. Nada de fútbol vistoso, pero efectivo para el propósito.
Así es como Boca disputará la final del sábado ante Fluminense en Rio de Janeiro, adonde aspira a conquistar la anhelada séptima Copa para igualar con Independiente de Avellaneda como el más ganador del principal torneo de clubes de la Conmebol.
En síntesis, la continuidad de Almirón la decidirá el resultado en el Maracaná.